martes, 2 de marzo de 2010

Drogas

Es raro el día, la semana o el mes en el que no aparezca en los informativos estudios sobre las drogas en nuestro país o sucesos relacionados con las drogas. El problema no es nuevo y desde luego no os estoy descubriendo las Américas. ¿Quién no ha visto algún porro en su vida, por ejemplo? ¿A alguien en una noche de fiesta no solo con unas copas de más sino con algo encima, aparte de alcohol en su sangre? Incluso habrá alguno que me pueda estar leyendo que consuma drogas, aunque ocasionalmente, sean las llamadas drogas legales o las ilegales. Pero no me pienso meter en vuestras vidas, cada uno es responsable de sus actos y mayorcito ya, claro mientras que no dañe a nadie de su alrededor (aunque el que más este siendo dañado sea esa persona consumiendo eso). ¿Pero qué sucede cuando uno no es mayor de edad y no sea del todo consciente de sus actos y de las consecuencias que traerán a corto, medio o largo plazo? Me refiero a los menores de edad, a los llamados adolescentes, aquellos que estudian en nuestros institutos y que en las puertas de estos se apostan los llamados camellos. Mis ojos han contemplado la compra-venta de hachís pasando por cannabis y otras sustancias alucinógenas a las puertas y en los descampados cercanos de mi antiguo instituto y porque no decirlo incluso dentro de este. Cuando empecé mis andares y desventuras en aquel lugar, el asunto de las drogas no existía. Supongo que si a algún profesor de aquellos años en mi instituto se le hubiese preguntado que si el problema de las drogas pudiese llegar a aquel lugar, la respuesta hubiese sido un NO rotundo. Y sin embargo pasado el transcurso de unos pocos cursos el problema apareció. En un principio los alumnos empezaron a tontear con los porros y el tabaco, me acuerdo que solían ocultarse de los ojos indiscretos de los profesores detrás del gimnasio. Pero aquel tonteo evoluciono y algunos empezaron a sacar partido de los porros vendiendo marihuana, marihuana que cultivaban algunos en el pueblo dónde se encontraba el pueblo y se lo vendían a los muchachos y estos a su vez lo revendían (claro, cuando no se metían en algún chalet para robar la pequeña plantación personal del dueño de la finca). Así empezó el asunto, con simples porros y marihuana. Pero el asunto no se paro allí, sino que evoluciono (una evolución parecida a la de los famosos pokemons o Digimons, paro claro, estos seres evolucionaban para mejor, en cambio el asunto al que me refiero iba por el camino contrario) hasta que degenero en el asunto de las pastillas y otras sustancias, que si bien las contemple de cerca, siempre fue alejado de esos asuntos y por lo tanto mis conocimientos sobre nombres de alucinógenos varios eran bastante limitados (haber estudiado, me diría un amigo mío). Pero no solo hubo un aumento de las sustancias alucinógenas y otras de sus compañeras de caminatas y excesos, también los problemas que acarreaban. Hubo un alarmante numero de broncas entre los alumnos y ex-alumnos que tanto compraban como vendían todo esto, broncas que se saldaban en algunos casos en autenticas peleas encarnizadas. Había ha veces que algún camello te atosigaba para que le comprases su mercancía, camello que le conocías de vista porque le conocías de vista del instituto, aunque en algunos casos eran ex-alumnos. Era bastante molesto que alguien te siguiera intentando vender lo que ellos llamaban estimulantes con palabras en un principio endulzadas con no te preocupes que nadie se va a enterar de que me compras o no pasa nada por probar, que si no te gusta no pasa nada; a la siguiente fase de cólera y de llamarte cagado. A mi solo una vez me intentaron convencer para que les comprase algo, como es podéis imaginar desestime el ofrecimiento, demasiados problemas tenía yo ya para que encima me buscase nuevos compañeros de tortura. Otro problema que acarreo el asunto de las drogas, este más una curiosidad que otra cosa, fue que el maloliente, descuidado baño de los chicos oliese ahora a porros y que en los habitáculos donde uno podía hacer sus necesidades en privado, estaba inundado de colillas de porros, bolsitas de plástico y algún resto sospechoso de algo blanco en la tapa del retrete. Pero algunas veces el asunto se saltaba las fronteras entre alumnos para llegar a salpicar a los profesores. Fue así que una profesora que intento luchar contra los problemas que acarreaba el asunto de las drogas intento arrancarlo de cuajo. Se dirigió a los camellos que estaban apostados a las puertas del instituto cuando todos salíamos y reconociendo algunos alumnos del centro les requiso lo que ellos llamaban su mercancía y les amenazo con que si les veía vendiendo otra vez aquello hablaría muy seriamente con sus padres. Un valiente intento, debo de reconocerlo de una de las pocas personas del profesorado que intentaba poner orden en aquel sitio que parecía dejado de la mano de Dios. Pero aquel valiente intento por erradicar el asunto de las drogas se traduciría en venganza por parte de aquellos que no opinaban igual que aquella profesora. Pasados unos días desde el incidente del requisamiento de las drogas, se pudo ver como de uno de los palos dónde antaño ondeaban unas banderas, se podía ver aquel día una chaqueta de cuero negro medio calcinada. La propietaria de aquella chaqueta no era otra que la profesora que había actuado en el asunto de los camellos, pero aquello no sería lo único que tenían preparado para la profesora: el coche de esta estaba con las ruedas pinchadas y con los cristales rotos. Además de todo esto, como para asegurase los causantes de aquellos destrozos que la profesora hubiese entendido el por qué de todo aquello la dejaron unas mensaje en forma de pintada en uno de los muros del instituto. No me detendré a explicaros lo que ponía exactamente aquellas pintadas, por que supongo que todos os lo estaréis imaginando. Y como dicen en mi pueblo a buen entendedor pocas palabras. Aquellos ataques acarrearon como medida más visible de todo aquello la instalación de cámaras de vigilancia en el instituto. La profesora siguió con su trabajo y no se dejo amedrentar por lo sucedido, aunque sí que es verdad que empezó a mostrarse algo más reservada con los alumnos. En fin mi relato solo quería hacer veros un problema más de los institutos de España, un problema que sigue latente no solo en los institutos, sino que se extiende por toda la sociedad, mi intención solo ha sido ilustrar más una de mis experiencias en el instituto y como e dicho antes también hablaros de un problema real que padece la sociedad. Bueno espero sinceramente que hayáis disfrutado una vez más con una de mis experiencias, hasta la próxima entrada, pues, que seguro que será dentro de poco.

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