miércoles, 23 de febrero de 2011

Un autocar, lluvia y una agresión

La incesante lluvia caía sobre los ya mojados huesos de cerca de una treintena de muchachos y muchachas de secundaria. Los grises y mojados rostros de los muchach@s miraban con poca paciencia la puerta del autobús cerrada que se alzaba justo a unos centímetros de sus caras. Dentro del autocar escolar el rostro rubicundo del conductor del autocar contemplaba con expresión aburrida un periódico sin parecer percatarse de que aguardaban a unos centímetros un grupo de escolares a los que tenia que llevar a sus casas. Unos escolares con las hormonas revueltas y en efervescencia que estaban hartos de empaparse "como cosa tonta". Algun muchacho increpaba al conductor. Pero este, en la cabina del conductor no parecía darse cuenta del enfado creciente que reinaba en el lluvioso paisaje de afuera. No, seguía leyendo el periódico. Los ojos de los muchachos intentaban detectar algún movimiento procedente de las manos del conductor que delatase que dejaba aquellas absurdas hojas impresas en tinta negra y que abriese las puertas del bus, alejandolos de auqella lluvia. Pero no parecia que el conductor fuera a reaccionar. Entre el grupo de muchachos uno de ellos empezó a abrirse camino a  empujones "creyendose el rey del mambo" sin importarle quién estuviera delante.Cuando el muchacho ya estaba justo delante de la puerta del autocar, esta como si estubiera sujeta a algún tipo de encantamiento se abrio ante las narices del muchacho y del alibio de quienes le rodeaban. El grupo de chicos y chicas empapados hasta los huesos se precipito escaleras arriba huyendo de la llubia que caia afuera, huyendo de las frias y diminutas fotas de agua. Uno de los que subio el primero al autocar fue el muchacho que se había abierto camino a empujones entre el grupo de estudiantes. El joven se situó en unos asientos situados en el ecuador mismo del autocar y muy pronto se irguió en uno de los asientos de la misma manera que un depredador se hubiese colocado en una zona elebada para vijilar a sus posibles y jugosas presas. Jugosos e indefensos compañeros de instituto. No había pasado ni siquiera unos pocos jóvenes al autocar cuando las verdes puertas se cerraron en las narices de los que aun no habían logrado ascender por las escaleras y colarse en algun asiento del autocar. Un griterío salvaje y desesperantes de voces de muchach@s ascendio por las empapadas calles justo delante de la puerta de aquel autocar. Dentro del autocar el conductor miro al grupo de muchachos que estaban en la calle y después giro su rubicunda cara hacía atras, hacía donde se encontraban los jovenes que habían logrado ascender al autocar. Abrio la comisura de los labio y abriendo la boca de una forma algo burlona dijo: -Afuera todo el mundo.                   Ahora el griterio exploto dentro del autocar en un mar de protestas. El conductor abrio la puerta de nuevo y cuando ya un grupo de jovenes quiso subirse de nuebo, la puerta se volbio a cerrar ante los asombrados ojos de los mucahchos y muchachas. El conductor se volbio una vez más con voz imperatiba hacía los muchachos que aun estaban dentro del autocar. Dentro de sus dominios.                                                                         -Fuera del autocar o vuestros compañeros sufriran las consecuencias- mientras decia esto ultimo indico con un huesudo dedo a los muchach@s que esperaban totalmente calados a que las puertas se volbieran a abrir. Esperando una vez más alejarse de aquel chaparron.                                                                                     Finalmente los alumnos que estaban dentro del autocar decidieron hacer lo que les pedía el conductor. Y las puertas del autocar se abrieron triunfalmente para vomitar a los alumnos que bajaban con aire derrotado. Humillados dentro de su ego juvenil. Y uno de aquellos humillados era el joven que se había colado en medio de la gente para poder entrar dentro de la calidez que brindaba el autocar. Ahora, el joven estaba cabreado y no dudaba en pagarlo con los que le robeaban gritandoles cualquier improperio que se le viniese a la cabeza. Pasado unos minutos las puertas del autocar se abrieron dejando pasar esta vez si, a los jovenes. Todos se precipitaron escaleras arriba con gritos de triunfo y satisfacción. Pero el muchacho que se había intentado colar no parecia satisfecho, para nada. Se sento en un asiento, más bién se encaramo al asiento y empezó a dar collejas al que pasaba por delante de donde el estaba. Otro joven, un muchacho con ire distraído y con una mochila, qué mas que una mochila parecía una ballena a la espalda, se sentó un asiento por delante del joven que repartia collejas.                                                                                                                                 Cuando el autocar se puso en marcha la lluvia seguia callendo con rabía. Pero no solo la lluvia parecia desbordar rabia, también el joven encaramado en el asiento. No tardo mucho tiempo el muchacho en descargar toda su rabia adolescente en el muchacho que tenia delante. La cosa empezó primeramente con insultos. La ponzoña venenosa de las calumnias y de las mentiras no parecieron afectar para nada al joven del asiento de adelante. La primera provocación había fracasado. Pero aquello no termino en aquello, no, solo había empezado el tormento. Y a si los insultos dejaron paso a los a garrones y a los golpes. Un remolino de puñetazos se cebo con el muchacho del asiento de adelante.Y aunque el chaval intento defenderse sus intentos fueron vanos. Y poco pudo hacer ante aquella furia descontrolada.                                                       El conductor del autocar alertado por los gritos de los chavales que se agolpaban en los asientos de alrededor de donde estaba teniendo lugar la pelea paro el bus y se levanto para averiguar que estaba pasando. Cuando el conductor llego hasta donde se estaba produciendo la pelea, no vio una pelea. Lo que vio fue un ovillo acurrucado en uno de los asientos y encima de aquel ovillo había un chaval lleno de furia golpeándolo una y otra vez. Aunque el conductor se vio negro para separar al cabreado muchacho del otro lo  consiguió (tubo que quedarse sorprendido ante la inusitada fuerza y furia de un chaval de quince años). Cuando el conductor consiguió separarlo le regaño y le amenazo con dejarlo en la carretera si volvía hacer algo parecido lo que quedaba de viaje. Pero el muchacho con toda la arrogancia que tenia en el cuerpo se espeto:                                                                                                                                                          -No tienes huevos de hacerlo. Por que si lo hicieses te mandarían a la puta calle y mis padres te denunciarían.   El conductor se reprimió para no perder los nervios. Y con la cara colorada por la furia que le bullía por las venas consiguió que el muchacho se sentase en otro asiento mucho más apartado del joven agredido.                                                                                                                                                                                Bueno la historia relatada arriba fue una de las tantas agresiones que sufrí durante  mi periodo en el instituto. Con esta entrada e querido reflejar la impunidad de las agresiones ya que los conductores a parte de conducir supuesta mente parecen que tienen que poner orden en el confuso redil de las ovejas donde se a colado el lobo. Pero como se ve al final de lo que os e relatado poco pueden hacer contra los agresores ya que están atados de pies y manos ante la rebeldía de los agresores.

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